Rubén era un duende de larga barba tallado en madera. Vivía muy tranquilo en una biblioteca, hasta el día que Juliana pateó un balonazo tan fuerte que entró por la ventana y lo derribó. Quedó tan desbaratado que lo arrojaron a la bolsa de basura, pero allí descubrió que tenía cinco sentidos: ¡podía ver, oír, percibir olores y reconocer texturas! Guaré, un perrito callejero, lo recogió y lo acompañó a buscar su familia.